670 Kms por un bocata en La Bañeza y volver…

Nunca mejor dicho lo de “y volver…” del título, porque fue llegar, ver, comer y volver. Sin tregua alguna, a caballo entre chicanes, rectas, mucho público, más calor y decibelios a raudales, termina la 53 edición del Gran Premio de Velocidad de la Ciudad de La Bañeza y yo sin encontrarme con nadie, ¡¡¡que ya es difícil!!!

Quedo con los colegas temprano, lo que supone poner el despertador aún más pronto. Descubro tarde que a mi teléfono no le funciona la Alarma si éste está apagado, por lo que me toca salir “el último” y sin poder reenganchar con otros grupos menos madrugadores. Mi plan B también falla. Esto es como cuando vas tarde al trabajo, da igual que corras porque hagas lo que hagas, no arreglarás lo de fichar a tiempo. Así que con resignación, me pongo el “Kit La Bañeza” preparado desde la noche anterior.

Apuré el depósito ayer y dejé el repostaje para primera hora de la mañana. Un contratiempo más, pero afortunadamente la buena noticia es que tengo puntos suficientes para un par de llenados gratis con mi PorqueTuVuelves.

Gracias a rutas anteriores, decido ir por la N-541, Paraño abajo, para coger la nueva circunvalación que une Carballiño con la A-52 camino de Ourense. El Paraño es un gran puerto de montaña que a las 8 de la mañana y con muchas sombras invita a ser cauto. Después de repostar la segunda vez, también gratis, me salgo por fin de la aburrida autovía para coger otro puerto de montaña: el Padornelo por la N-525. Mientras desciendo, me vino a la cabeza aquello sobre el menor agarre en bajadas y lo aplico. Ya en Palacios de Sanabria giro para coger la siempre divertida ZA-125, que me lleva hasta las mismísimas puertas de La Bañeza. Coloco a mi Hornet en un hueco libre en una esquina junto a las demás motos en el improvisado parking del Mercadona sobre la acera.

El ambiente es fantástico, el rugido ensordecedor y la telefonía móvil FATAL. Por más que intento contactar con algun@s, los casi 40.000 usuarios en el lugar saturábamos las antenas y repetidores, y era prácticamente imposible mandarse un simple wasá… Y cuando por fin llegaban los mensajes, estábamos en sitios opuestos al escrito media hora antes pero tampoco podíamos movernos porque los pilotos estaban en pista… Así las cosas y con las tripas rugiendo como las Clásicas, me pido una 0,0 helada con un bocata de chorizo y al término, de vuelta a casa. Al llegar, aprovechando que la cadena viene calentita, la engraso bien por aquello de mantener el kit de transmisión y dejo la limpieza de mosquitos para otro día…

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