Quitando la parafina de mis BT023 GT: 455 kms

Si es que soy un bestia, demasiados días sin coger a mi negrita y al final tenía que suceder esto: arrancarla y no parar hasta llegar al destino. Bueno, tampoco soy un Superman, una paradita para el bocata, gasofa y… ¡¡¡seguir zumbando!!!

Las distintas predicciones meteorológicas para hoy son mejores que la de días pasados, pero no están exentas de chubascos dispersos y aislados en alguna parte de la ruta. Preparo un chubasquero de esos tan apañados del Decathlon para lluvia, y unos guantes de agua. A propósito, ¿has probado a meter uno de éstos bajo el grifo?, ¿cuánto han tardado en calar? Los míos son unos cutres sin marca que compré de segunda mano y que paradójicamente aguantan secos bastante tiempo.

El primer tramo para calentar gomas es la N-541 hasta Carballiño. Mis neumáticos son nuevos, tienen parafina, el suelo está húmedo y la temperatura baja, pero la Hornet es tan suave que puedes dosificar el mango del gas hasta el punto de sentir como se aprietan los pelillos contra el asfalto. Sin embargo, no me fío, necesito que pase esta primera centena de kilómetros hasta limpiar esa capa resbaladiza para sentirme más seguro.

Nada mejor -ni peor- que meterme en la autovía para quemar rueda. Afortunadamente la especificación que calzo es “más dura” y quiero probar. Los siguientes doscientos y pico kilómetros son de trámite y aburridíiiiiisimos. Mantener enroscado el puño a 6.000 vueltas para circular a los obligados 110 Km/h se me antoja peligroso para una moto en este tipo de vías. Los adelantamientos suponen un riesgo exponencialmente más delicado si éstos son a vehículos grandes. En estas circunstancias los BT023 no dejan entrever su potencial pero en alguna maniobra con mayor régimen de giro, la dirección confiere una seguridad inusitada mostrándose firme y muy aplomada.

Ya estoy llegando al destino. Me separan otros 100 kms por carretera nacional, la N-610. Es un firme con buen asfalto e incontables cambios de rasante. Ahora tengo otro feeling con las gomas, sería exagerado decir que vas sobre unas guías, pero así es. Unas cuantas curvas seguidas corroboran las sensaciones hasta el final del viaje.

En el apartado físico también estoy bastante contento. Tantos kilómetros expuesto a los caprichos naturales y sin protección aerodinámica demuestran una vez más que, el cupolino de mi Hornet protege más de lo que parece… Aunque quiero pensar que las formas de mi XR-1100 ayudan, y con tantas provincias que recorrer, además llevo unos tapones para los oídos.

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