He probado la Kawasaki Z1000SX: ¡¡¡Quiero más!!!

Todo ha  sido tan rápido que no me lo termino de creer: ¡¡¡He probado la Kawa Z1000SX!!! Lo primero que dije después de poner los dos pies fuera de las estriberas mientras la seguía mirando fue: “Quiero másSs”.

Encima del monstruo verde no da tiempo ni a pestañear, todo sucede demasiado deprisa como para fijarte tan siquiera en el tablero. Los minutos se hacen segundos y cuando te quieres dar cuenta, ya estás de vuelta en el concesionario Kawasaki que te la dejó probar pero te resistes a soltar la llave…

Antes de iniciar la ruta me preocupaba que la de Akashi pesara 228 Kg pero, sorprendentemente, podía moverla con cierta soltura apoyando poco más que las puntas de ambos pies en el suelo. Eso me gustó, sentí que es ligera y cogí más confianza por lo que comencé a fijarme en los detalles con toda la tranquilidad que se puede tener sabiendo que una Z1000SX está esperando tus órdenes. Tengo la referencia nacked muy presente, tanto la Bandit como mi actual Hornet comparten su desnudez frente a este modelo carenado y es por ello que me resultó “aparatoso” ver tanta parafernalia rodeando los relojes. Aunque no volví a pensar en ello puesto que su frontal es compacto y el conjunto se mantiene en un plano bajo. Me explicaron la posibilidad de configurar la altura de la cúpula en tres posiciones; elegí la de mayor protección y la arranqué sobre la acera con mis pulsaciones latiendo también a mil. Su sonido en parado no podía negar que se trataba de una moto “gorda”, las cuatro salidas de escape daban notoriedad al momento. Durante los primeros giros del tetra me pareció menos fino a ralentí que la Honda -más a lo Ducati- pero en ese momento ya estaba loco por meter primera y dar rienda suelta a tanta adrenalina segregada.

A la prueba me acompañaba Karlangas que también quería sentir estos 1000 centímetros cúbicos de kriptonita recorriendo sus venas. Como tan sólo disponían de una única unidad, decidimos que cambiaríamos a mitad de camino. Tras recorrer escasos kilómetros, tenía la impresión de que me había acoplado a la máquina muy pronto. Su semimanillar alto, posición cómoda y erguida de cuerpo y piernas, distancia a las manetas y palancas, mandos, “inmenso” y ancho sillín, visibilidad por los retrovisores, su enorme depósito que, por la forma, invita a recostarse en él y buena dinámica en general parecía natural. Poco menos que si me hubiera subido a mi negrita de nuevo.

Nos sumergimos en la vorágine urbana de la ciudad Olívica olvidando por completo el cambio de marchas salvo cuando la tenía que detener, que buscaba el punto muerto con ligeros toques y el testigo verde en el cuadro. El tacto de sus marchas era preciso con una inyección muy fina, un embrague suave y frenada contundente. Callejeamos hasta llegar a una gasolinera y llenamos el depósito. En ese momento no caí en la cuenta de mirar los parciales para hacerme una idea de su consumo con tanto “probador», lástima. Salimos de la urbe y por fin pude acercarme al lado oscuro de su potente motor engranando una a una todas sus velocidades. El rugido es embriagador y sus 138 CV se dejan notar en cualquier recuperación, de hecho, a veces me escurría para atrás en el sillín hasta llegar al tope que separa el biplaza. Las reducciones -con golpe de gas, incluido- apoyadas con el disco trasero y en un asfalto húmedo en las zonas sombrías, me trajeron alguna derrapada. Lo achaqué a mi falta de tacto sobre la palanca del freno.

Pese a ser una prueba en una mañana soleada, las humedades que te decía antes impedían conocer mejor la “Filosofía Ninja”, aunque en las pocas oportunidades que tuve, el 190 de Bridgestone me dejó muy claro quien manda en las entradas y salidas de curvas, puesto que parecía hacer él sólo todo el trabajo. Ni contramanillar ni movimiento de cintura, nada. La Kawa me leía el pensamiento y actuaba… sin mí.

Llegó la hora del relevo y muy a mi pesar cedí la llave de la bestia verdinegra a Karlangas a quien contagié de entusiasmo, si embargo, por su mirada pude descubrir que él también se divirtió un rato con mi Hornet; otro lobo vestido de cordero.

Prueba superada, compi… ¿verdad?.

Nuestro primer ensayo con la Z1000SX ha sido, al menos para mí, exitosa y placentera. Ensayo corto que, aunque supiera a poco, bien habrá servido para hacernos una idea de la excelente máquina que es.

Como sé que harás algún comentario en tu blog, te contaré mis sensaciones del día de hoy.

Empezaré por aquello que primero salta a la vista: la sensación que recibo de su silueta y la combinación acertada de los colores verde y negro, es de un agradable diseño y sobre todo que «llena el ojo», seguro que en mucho tiempo no nos cansará mirar para ella y resultará difícil serle infiel.

Me subo a ella, pongo el contacto y siento ese potente sonido grave anunciando el corazón que encierra en su interior, un sonido más poderoso y ronco al que estoy acostumbrado, el de mi FZ6.

La posición al manillar es cómoda, quizás algo más ancho y abierto que el de mi Fazer, te permite ir erguido y relajado de brazos y hombros. Me sorprende lo rápido que me adapto a ella, ligera y fácil de llevar, la dulzura y precisión del cambio, su frenada suave pero de respuesta eficaz.

En cuanto al motor, teniendo en cuenta que me toca hacer gran parte del recorrido en terreno llano y de descenso, poco puedo decir, aunque compruebo el empuje y lo fácil que recupera en 6ª velocidad desde muy bajas vueltas.

Dado el corto desarrollo de la prueba, no sería muy justa una valoración mayor ni con más profundidad que; por otra parte, no dejan de ser impresiones de un usuario normal. Aunque tratando de ser sincero, lo que menos me convenció fue la escasa protección de la cúpula y la corta distancia del estribo al escape. Esto también puede deberse a un problema de mala costumbre propia, ya que suelo llevar el pie bastante retrasado en mi moto. Todo sería cuestión de corregir la costumbre. Tampoco he encontrado mayores problemas de adaptación.

Ah! Pero no todo fueron sensaciones con la Kawa, ya que gracias a la insistencia en que llevara tu Hornet, he podido revivir viejos recuerdos y sensaciones, las de pilotar una naked y sentir el azote y empuje del viento en el pecho y en los brazos. Sensaciones casi olvidadas y lo extraño de no encontrar moto por delante. Ha sido bonito, la Hornet va de maravilla, suave y dócil de llevar, y aunque no se note ese motor tan lleno de bajos como en la Kawa, también responde con mucha alegría a cualquier insinuación del acelerador y en la misma medida.

En fin, que hemos disfrutado y se nos ha difuminado la mañana casi sin pensarlo.

Gracias por tu compañía, también por las gestiones y el reconocimiento especial a Grip Moto Vigo por facilitarnos esta excitante prueba.

V’sss

© Agradecimientos y Créditos: Enlaces, menciones y fotos de esta entrada.

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